martes, 8 de mayo de 2012

Teoría de los lugares centrales de Christaller


Entre los modelos más famosos de localización de las actividades económicas está el que elaboró Walter Christaller para explicar cómo se distribuyen y cómo se organizan. La teoría se llama «de los lugares centrales» porque asume que allí se prestan servicios se acercan las personas para obtenerlo. De esta manera aparece un punto en el espacio que organiza el territorio en torno a sí. Así pues, un lugar central es aquel que ofrece servicios, y al que acude la población para satisfacerlo. Pero ¿qué tipo de servicios?

Los servicios que ofrece un punto central son aquellos que demanda la sociedad, independientemente de la naturaleza de estos. Pero no todos los servicios tiene el mismo precio, ni la población tiene la misma necesidad de desplazarse para obtenerlos, ni está dispuesta a ir a cualquier sitio donde se ofrezca. Existe una lógica de comportamiento económico que gobierna la aparición de servicios y sus posibilidades de triunfar.

Toda empresa que ofrezca un servicio necesita una cantidad de población mínima que solicite su producto para poder tener los ingresos que le mantienen como negocio. A esto se le llama umbral de demanda. Cuanto más caro o especializado sea el servicio mayor es la población mínima que necesita tener alrededor para asegurarse ese umbral. Esto quiere decir que para un espacio delimitado el número de lugares centrales que ofrecen servicios caros o especializados son menos que los que ofrecen servicios baratos. Así, habrá menos hospitales, asesorías jurídicas o empresariales, tiendas de muebles, que kioscos, tiendas de alimentación, bares y panaderías.

El otro elemento que entra en juego es el alcance físico del mercado. Hay que tener en cuenta que el coste final del producto no sólo depende del precio de venta al público si no que hay que sumarle el transporte de ida y vuelta. Este coste del transporte hay que valorarlo tanto en el dinero que nos cuesta el desplazamiento como el tiempo empleado en él. De la misma manera que antes, un consumidor está dispuesto a desplazarse más lejos para obtener servicios más caros y especializados que para los servicios normales. Así, es normal que las personas estén dispuestas a desplazarse muchos kilómetros y durante muchas horas para ir a un hospital, pero no para comprar una barra de pan.

En general la población tiende a concentrarse cerca de los lugares centrales para que los servicios que ofrece le salgan lo más barato posible, y así se crean ciudades. En el modelo de Christaller los lugares centrales aparecen en el centro de un exágono, ya que esta figura garantiza el mejor servicio a todo el espacio.




De lo dicho anteriormente se deduce que, para atender las necesidades de todo el territorio, habrá más lugares centrales en los que se ofrezcan servicios baratos, que caros, pero además estarán más diseminados por el espacio. Es posible, entonces, hacer una jerarquía de lugares centrales, que es, a la postre, una jerarquía de ciudades. En el primer nivel estarán los lugares centrales que ofrecen los servicios más básicos: alimentación, kioscos, bares. Estos servicios aparecen hasta en los pueblos más pequeños. En el segundo nivel están los servicios del primer nivel más otros más caros: vestido y calzado, ferretería y construcción, estancos, librerías, regalos, etc. En el tercer nivel están los servicios de los niveles anteriores más otros más especializados, normalmente relacionados con la administración: ayuntamiento, escuelas, bibliotecas, centros de salud de primera instancia, sucursales bancarias, etc. Hasta aquí pueden ser, fácilmente, lugares centrales de tipo rural. En el cuarto lugar se encuentran los servicios de los niveles anteriores más servicios más especializados. Aparecen ya las empresas que sirven la mercancía a los niveles inferiores, las sedes centrales de los bancos de la zona, las instituciones que coordinan la administración local, hospitales y centros de salud especializados, etc. En el quinto lugar aparecen los servicios de los niveles inferiores y, además, las instituciones de decisión de empresas y administración política: gobiernos autónomos, etc. En el sexto lugar aparece los servicios de niveles inferiores y además servicios de empresas que dan sus servicios a regiones muy lejanas, en ocasiones más allá del espacio analizado. En el séptimo lugar aparecen los servicios de los niveles inferiores y, además, la administración central del Estado. Los dos últimos niveles tienen servicios de alcance mundial. No obstante, algunos servicios de alcance mundial, como los turísticos, también se localizan en niveles inferiores.

Esta descripción de los niveles es muy grosso modo, y aunque en general no se suele superar el nivel siete todo dependerá de cómo se estructure la jerarquía urbana de cada país. En general los países desarrollados tienen todos los niveles de la jerarquía bien distribuida por su territorio, mientras que en los países subdesarrollados esta jerarquía está rota en favor de un centro superpoblado.

Existe una regla que relaciona población con el nivel de lugar central que le corresponde. El nivel más alto tiene la mayor cantidad de población, al inmediatamente inferior le corresponde una población de la mitad más o menos, el siguiente un tercio y así sucesivamente. Si se cumple la regla lo más normal es que la jerarquía esté bien estructurada, de lo contrario tendremos una jerarquía desestructurada.




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